Más allá de la estrella Nadal

El mismo día que Rafa Nadal arrollaba a Benoit Paire en su debut en Roland Garros, compartimos inquietudes con Miguel Díaz, el presidente de la Federación Española de Tenis. El balear es el rostro más reconocible de su deporte, un icono mundial, la máxima expresión de la profesionalidad y del profesionalismo. Desde su cargo, Díaz tiene que lidiar con los 'nadales' españoles, pero también debe plantar los cimientos del futuro. Entre sus competencias está la gestión de los equipos nacionales de la Copa Davis y la Copa Federación, con estrellas individuales que muchas veces miran más por su bien particular que por el colectivo, pero también tiene que captar a las promesas y situarlas en la lanzadera de los grandes circuitos. Esas convocatorias han sido últimamente uno de los mayores quebraderos de cabeza de la RFET.

Miguel Díaz desembarcó con la confianza de reclutar a las principales raquetas. El ambiente mejoró, los jugadores ganaron fuerza en las decisiones, Conchita Martínez es una capitana respetada... El doblete Davis-Fed Cup asomó como una gesta al alcance. Hasta que la realidad aplastó el sueño: un tenista mira más por su ránking o por prevenir lesiones, que por una competición que puede darle gloria, pero que también le expone más ante los ojos de un país que sus habituales torneos. Díaz medita soluciones: calendario, puntos… Pero, mientras, está haciendo firmar a los becados un compromiso de futuro para asistir siempre a los eventos internacionales. Para que, cuando lleguen a la élite, devuelvan lo que han recibido. A ser posible, con ilusión. La misma que ellos despiertan en la afición cuando defienden a España.