Se merecía Casemiro tener un papel protagonista en la gran final. El medio centro brasileño se ha convertido en la clave del equilibrio de un equipo plagado de jugadorazos que se han servido del sudor y del curro de este tipo para hacer brillar todavía más su talento. Ha llegado un momento de la temporada en la que la alineación de Zidane era Casemiro y diez más. El centrocampista ha roto en jugador grande sin darse importancia y metiéndose en el bolsillo a su entrenador y a sus compañeros con un fútbol solidario y efectivo que ha enamorado a todos.

Case llegó de relleno a una plantilla de muchos quilates con las orejas tiesas y el pico cerrado. Nunca dijo una palabra más alta que otra, pese a que no recibió los minutos merecidos. Supo aguantar y sufrir cuando era el último de la fila y ahora está disfrutando del merecido premio de ser un jugador clave en el mejor equipo del mundo. Y todo el mérito ha sido suyo, porque nadie le ha regalado nada desde que llegó de nuevo a la plantilla blanca. El Madrid se ha encontrado a precio de saldo un futbolista de lujo en un puesto que parecía huérfano desde la salida de Xabi Alonso.

Como jugador Zidane obtuvo la gloria vestido de madridista con Makelele de fiel escudero y como entrenador se ha apoyado en Casemiro para forjar su leyenda. Un héroe inesperado que recoge ahora el fruto a su trabajo en forma de merecida gloria...