LeBron James, Kyrie Irving y el corazón de un campeón

Nunca subestimes el corazón de un campeón. Esas fueron las palabras que Rudy Tomjanovich pronunció poco después de revalidar el campeonato con los Rockets a mediados de los 90. Y los campeones a día de hoy, y hasta que no se diga lo contrario, siguen siendo los Cleveland Cavaliers. El cuarto asalto de esta (bendita) trilogía que coprotagonizan junto a los Warriors no resultó tan brillante como el tercero, en parte porque los árbitros perdieron el control del partido prácticamente desde el salto inicial y lo que es todavía peor, no lograron hacerse con él en ningún momento. Pero no por ello dejamos de disfrutar de un bonito espectáculo. Aunque por momentos costara ponerle el apellido baloncesto, hubo ciertos ratos de una lucidez extrema. Otra actuación memorable de Kyrie Irving, casi tanto como la de un LeBron James que nos ha anestesiado hasta el punto de que nos parezca normal lograr un triple-doble (y promediarlo en lo que llevamos de eliminatoria) en un win or go game: ganar o decir adiós.

Nadie puede discutir que la defensa desarrollada por Golden State se encuentra entre las mejores de siempre. Los datos así lo recogen. Para derribar el muro, Cleveland se vio obligado a batir varios registros históricos de anotación en unas Finales. Tres décadas hemos tenido que esperar para volver a ver a un equipo anotar 137 puntos, conseguidos gracias a un acierto mayúsculo: 24 triples convirtieron los Cavs. Números que permiten extraer una doble lectura. Es lógico pensar que los Cavs se aprovecharon de una cierta relajación de los Warriors al verse con un 3-0 a favor. Pero hay otra perspectiva para explicar lo ocurrido: Cleveland necesitó hacer un partido casi perfecto y que su Big Three contabilizara 94 tantos para tumbar a estos Warriors. Distintos prismas con los que acercarse al partido, si bien complementarios. Lo único seguro es que en su Día D, los Cavs se rehicieron con matrícula de honor para evitar el barrido y el sonrojo de tener que ver a su rival regando con champán su propio parqué. Muchos no esperaban una reacción así. Pero ya lo avisó Tomjanovich, nunca subestimes el corazón de un campeón. Y más si cuentan con LeBron e Irving en sus filas.