Le tenía tanto respeto a Iríbar que le pedí perdón cuando detuve su penalti”, relató José Ramón Esnaola en AS este 25 de junio, justo 40 años después de aquel Betis-Athletic donde los verdiblancos ganaron, en el Calderón, su primera Copa, primera que fue del Rey. Yo, que apenas supero en algunos meses las cuatro décadas, no vi aquel partido en vivo ni en directo, pero mil veces lo he sentido en las voces emocionadas de béticos veteranos que hablan de aquella calurosa noche como “la más hermosa”: la de un Betis regresado a la grandeza tras 42 años, desde la Liga del 35, de travesía por el desierto.

Sí, casi pedía perdón el Betis por disputar una final donde los vizcaínos eran clara mayoría, 40.000 por 20.000 dijeron algunas crónicas. Pero “en la que cada bético animaba por cuatro vascos”, defendió el entonces presidente verdiblanco, Núñez Naranjo. Leyenda del Athletic, el técnico Rafael Iriondo había llegado al Betis casi por casualidad, después de que el húngaro Szusza debiera marcharse a su país por problemas legales. Iriondo se fue tras descender a Segunda, sólo unos meses después... Pero el común de los verdiblancos le mantendrá para siempre en su santoral junto a un once sin foráneos (Mühren, y Ladinsky no podían jugar la Copa) pero con Esnaola; Bizcocho, Biosca, Sabaté, Cobo; López, Alabanda, Cardeñosa; García Soriano, Megido y Benítez. Los supervivientes de aquella gesta se reúnen aún cada último viernes de mes en el restaurante Mara, no lejos del Benito Villamarín.

Fue un duelo épico (2-2), repleto de pequeñas muertes para un Betis que empató dos veces, López en ambas. Luego, en la tanda, Esnaola no sólo amargó a Iríbar, sino también a Dani y a Villar, y vivió un amago de título al detenerle a Rojo otro penalti que el árbitro mandó repetir. Y llegó el gigante, el mito, el Txopo, y le adivinó el lanzamiento para convertir el Manzanares en la mejor sucursal que ha habido de sueños béticos: 28 años después, en 2005, el Betis volvería a coronarse Rey al lado de Pirámides.