Con Rogge, el viento sopla a favor

Con Rogge, el viento sopla a favor

Tuve la ocasión de entrevistar a Jacques Rogge el pasado mes de marzo. Éste aún no había anunciado su decisión de presentarse a las elecciones del COI, pero uno de sus miembros me dijo: “Apunta el nombre de Rogge; se perfila para suceder a Samaranch”. El COI funciona así. Todo es muy democrático, todas las decisiones se votan en sufragio secreto, pero también todo es muy previsible. Salió Pekín, como estaba cantado, y salió Rogge, como estaba anunciado. Es el estilo Samaranch. Nada queda al azar y cuando se juega a caballo ganador no es para perder.

Rogge representa la continuidad de Samaranch. Es prudente, discreto y hay que leer lo que quiere decir entre líneas. Con Rogge en la presidencia no nos va a ir mal. Tiene un gran cariño a España —veranea en Cadaqués desde los ocho años— y quedó impresionado en los Juegos de Barcelona de lo que somos capaces de hacer. También sabe que España tiene un gran peso en el mundo olímpico, no ya sólo por lo que ha significado Samaranch, sino por los muchos votos que se mueven en el mundo iberoamericano desde aquí. Bajo su presidencia, vamos a seguir teniendo el viento a favor.

Eso no quiere decir que vayamos a organizar los Juegos de 2012, pero sí que tenemos nuestras posibilidades, porque Rogge no es partidario de la rotación por continentes; sí lo es de que a igualdad de condiciones se elija al país que nunca los ha organizado, léase Suráfica, Brasil o Argentina. A otro nivel, la batalla de Rogge va a ser la del doping. Para él, ha llegado a cotas inaceptables. Va a pedir a los gobiernos que lleguen a donde no pueden hacerlo las leyes deportivas. Por eso considera que la vía francesa es la correcta. O sea, que ya sabemos por dónde van a ir los tiros, que no es poco.