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Los atletas se dan un baño de gloria

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Los atletas españoles se dieron ayer un baño de gloria. Merecido se lo tienen. Lo mejor de todo es que son tantos y tan buenos, que ellos solos pueden protagonizar una atractiva reunión de atletismo, sin necesidad de traer a nadie de fuera. San Sebastián fue el lugar elegido para este homenaje. Un acierto. El País Vasco tiene una gran tradición atlética, San Sebastián sobre todo. Allí se celebraron los primeros campeonatos de España en pista (1917) y fue la primera ciudad española en acoger grandes competiciones internacionales: Cross de las Naciones (1955), precursor de los Mundiales, y Europeos en pista cubierta (1977).

La sensibilidad de esta ciudad hacia el atletismo se pone de manifiesto también en el colosal estadio que tiene. El ayuntamiento quiso que el nuevo campo de la Real no sólo fuera de fútbol, como lo era Atocha, y levantó Anoeta con pistas de atletismo a su alrededor, inaugurado precisamente con un campeonato de Europa júnior, en 1993, donde por aquel entonces unos anónimos Reyes Estévez, Manuel Martínez y Marta Domínguez subieron al podio para colgarse la medalla de oro. Ocho años después, los dos últimos volvieron al estadio que les vio crecer. Y lo hicieron a su estilo, ganando a lo grande como campeones que son.

Todos nuestros atletas estuvieron ayer a la altura de las circunstancias. Hasta quienes por su juventud no fueron protagonistas en Edmonton, dieron un aviso de que en los próximos Mundiales habrá que contar con ellos, casos de Iván Rodríguez y Antonio Reina. En San Sebastián vimos el presente y el futuro del atletismo español. Y marcas grandiosas, como la de Martínez, cuyo lanzamiento le hubiera significado ser subcampeón del mundo. Mas no hay motivo para el lamento. Martínez está a tan altísimo nivel que un lanzamiento regular le llevó a ser cuarto del mundo. Y orgullosos estamos de él.