Orgullo de nuestra Selección de balonmano

Orgullo de nuestra Selección de balonmano

El título olímpico no lo ganará España. Seguramente, Alemania tampoco. Los dos equipos realizaron ayer tan colosal esfuerzo, que no se pueden recuperar en tan sólo dos días. También es seguro que partido como el España-Alemania no se verá en los Juegos. Ni en mucho tiempo. No sé quién ganará en Atenas. Mas dará igual. Siempre se recordará que en un España-Alemania se vio a dos equipos campeones, tanto el uno como el otro, que convirtieron el balonmano en un deporte bello, intenso, y casi cruel, donde los haya.

Salieron con el cuchillo entre los dientes, como no podía ser de otra manera, pues de un duelo de titanes se trataba. Desde el primer minuto, cada gesto, cada jugada, parecía ser la última del partido. Así durante un hora. Durante una prórroga. Durante otra. Abandonaron la cancha exhaustos, con el ánimo herido de muerte pero, que sepan nuestros jugadores, con el orgullo de toda España a sus espaldas por tener una Selección capaz de dejarse en la cancha la última gota de sudor, y también de sangre si fuera preciso.

El partido permanecerá grabado a fuego en la mente de todos. Jamás, en 28 años de profesión, he visto paralizarse una redacción con el balonmano como en el partido de ayer. Nadie que viera el partido podía sustraerse a su intensidad, a su emoción, a su entrega, a su incertidumbre. Enfrente, Alemania. La campeona de Europa. Del mundo cabe considerarla, porque el mejor balonmano del planeta está en el continente. Y entre ellos, el nuestro, el de España. ¿Quién puede decir lo contrario después de lo de ayer?