Depor y Madrid en el mercado de invierno

Agazapada tras el estruendo mediático que acompaña las idas y venidas del Madrid, la sospechada decadencia del Depor iba pasando inadvertida hasta anteanoche. La goleada del Valencia, que va a quedar como uno de los resultados más espectaculares del año, la ha puesto crudamente de manifiesto. Los aficionados coruñeses lo temían: el equipo envejece en algunas de sus piezas principales, no hay fichajes, esto no va a ser lo mismo... Esa ha sido la cantinela del verano en la ciudad, que en lo que va de Liga ya ha asistido a dos derrotas duras en su propio campo. Y muchos temen que es el principio del fin de un ciclo glorioso.

En realidad, las inquietudes del verano tenían plena razón de ser. Una ley de bronce prescribe que todos los equipos necesitan fichajes en verano. Las novedades crean estímulo y competencia en la plantilla y optimismo en el ambiente. Los aficionados lo saben de sobra. Por eso los veranos, aun sin competición, los periódicos deportivos vendemos más que nunca. Porque hay fichajes, cuajados o no, presentaciones, caras nuevas, alineaciones sobre las que especular. Cuando no los hay, la afición se deprime y el equipo en cierto modo se cae, porque los papeles se saben repartidos de antemano y todo se ve afectado por la atonía.

Eso le ha pasado al Depor. La verdad es que Lendoiro contaba con vender a Luque y con su dinero hacer algunas adquisiciones ilusionantes, pero no le salió. Ahora busca debajo de las piedras dinero para fichar en enero a Mascherano, el brillante medio centro de la selección argentina campeona olímpica. Quizá choque en el intento con el Madrid, que sí adquirió novedades este verano (Samuel, Woodgate y Owen), pero que con todas ellas no logró compensar la nostalgia, táctica y mediática, del malogrado fichaje de Vieira. Ahora García Remón insiste en reforzar esa zona y Florentino piensa complacerle. Así que habrá movimiento.