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Tomás Guasch

Está a la derecha de Di Stéfano

Actualizado a

Las vísperas del estreno de Raúl en Zaragoza, Cappa nos había metido en el cuerpo una excitación brutal. También el día de su presentación en Madrid, ante el Atlético. Recuerdo el viaje desde Barcelona, aquella mañana de sábado con derby, en un Seat Ronda que bautizamos como el Seat Raúl. No os lo podés perder, insistió mil veces el técnico argentino. No nos lo perdimos. Aquel zurdazo, aquel primer gol, aquella carrera para abrazar al hoy españolista Dani. El Bernabéu entendió que había llegado el futuro y que el futuro tenía 17 años. Era un Madrid atrevidísimo aquel. No había un duro, pero llegó a juntar en el equipo a Redondo, Laudrup, Míchel, Martín Vázquez y Raúl, por supuesto. Aquel Madrid jugaba mil veces mejor que éste, por cierto.

Imposible escribir algo novedoso sobre este Raúl alma y vida de los blancos, que tantas veces se echó el equipo a la espalda que a menudo fue el Raúl Madrid. Pero algo sí que ni él ni nadie hubiera imaginado aquel octubre de 1994: que diez años después jugaría lejos del área, corriendo de un lado para otro, jugando casi de volante izquierdo, peleándose con currostorres, rufetes y gente así. Protagonizando la enésima versión del cuento Los pajaritos disparan a las escopetas. Raúl, diez años. Para siempre, a la derecha de Di Stéfano, dios padre.