El cuarto puesto es lo de menos

El cuarto puesto es lo de menos

El deporte, incluyendo la Fórmula 1, es básicamente resultadista: vales tanto como tus resultados. Si esa fuera la panacea, Fernando Alonso valdría al final de este 2004 mucho más que cuando acabó el Mundial 2003. Entonces se clasificó sexto en el Campeonato del Mundo de pilotos y ahora lo ha hecho cuarto. Una buena noticia, sin duda, pero que a mí me provoca cierta indiferencia. Porque, sinceramente, creo que el asturiano vale mucho más que esa cuarta posición. Vale tanto como el que más y únicamente las circunstancias que le rodean (el coche, el equipo, la fortuna, un par de fallitos...) le dejan en uno u otro lugar. La moraleja de esto es que cuando esos aspectos colaterales se modifiquen, también lo hará su cotización. Y que eso ocurra es sólo cuestión de tiempo, algo que, de momento, deberíamos convenir que nos sobra.

Primero, porque hasta la llegada de Nano a los grandes premios, no nos engañemos, España no existía en la Fórmula 1 y la Fórmula 1 no existía en España. En sólo dos años ya soñamos con ser campeones del mundo; lo seremos, que nadie lo dude, pero en su momento. Alonso entra en la categoría de los fenómenos, no de los milagros. Por mucho que su calidad y talento superen a la media por goleada, debe apoyarse en otros elementos, aquellos colaterales, que le permitan explotar definitivamente. Por otro parte, y aunque a veces olvidemos, lo que Fernando ha hecho con 23 años no lo habían hecho a su edad ninguno de los mitos de la especialidad, incluyendo al más grande: Michael Schumacher. Yo, desde luego, más que con el cuarto puesto me quedo con cada uno de esos detalles que carrera a carrera nos han invitado a soñar...