Como los amores imposibles

Como los amores imposibles

Y a todo esto, Santiago Solari debería cumplir ya su segunda temporada en el Inter. No se fue por cabezota, y porque los italianos le ofrecieron un contrato a la baja para así romper el pacto previo que tenían con el Madrid cuando fue vendido Ronaldo. Igual esa curiosa circunstancia hace que el divorcio que mantiene desde más de diez años el Madrid con la Copa se acabe arreglando en la presente temporada. Tendría bemoles que Solari, un desheredado de la mal llamada y casi extinguida clase media del club blanco, acabara siendo el impulsor del tercer asalto a la Copa en el primer lustro de mandato de Florentino. La Copa, despreciada por casi todos, se convirtió en una prioridad primero, obsesión después y amor imposible finalmente para el Madrid. Tras más disgustos que alegrías, daba la impresión de que este año tocaba arrojar la toalla.

Seguro que algún compañero, medio en serio, medio en broma, le habrá tirado de las orejas a Solari por incrementar las horas de trabajo en el mes de enero. Incluso ayer la chanza más recurrente era que Florentino le pasará factura al argentino cuando tenga que renovar, por haberles metido en un problema con lo de seguir en la competición copera. Pura broma. Insisto, mucho vacile pero, aún jugando con un equipo de suplentes, nadie quiere perder. Otra cosa bien distinta es el mal recuerdo que sigue en la cabeza de casi todos los jugadores del Madrid. Nadar para morir en la orilla, según está el calendario, molesta sobremanera. Del mismo modo resulta imposible luchar contra los impulsos y, cuando ya te ves en cuartos o semifinales, te entra el picorcillo de ganar un título y vas a por él con todo. Entonces, zas: Centenariazo primero y palo baturro después.