Honor y gloria para el Villarreal

Honor y gloria para el Villarreal

Hará 30 años que le vi jugar por primera vez. Fue en Badalona. El equipo local recibía al Villarreal, uno más de aquel grupo de Tercera que formaban catalanes, valencianos y el Sporting Mahonés, por lo menos él, en representación balear. En el Villarreal jugaba Roberto Fernández, que no tardó mucho tiempo en ser traspasado al Valencia. De aquel equipo amarillo a este sólo queda la camiseta.

El martes estuve en su Ciudad Deportiva, citado por el técnico Pellegrini para una entrevista que encontrarán en el AS de mañana. Un grupo de los más de 400 chavales que controla el club jugaba en uno de los campos anexos a donde Pepe Reina (algún día le llevarán a la Selección) y compañía se ejercitaban con vistas al inminente viaje a Belgrado. Porque el Villarreal ya no juega con el Badalona sino con el Partiz controla críos de toda la provincia, tiene internacionales en todas las categorías excepto en la Absoluta, no se le conocen enemigos y da gusto verle jugar, generalmente.

Es la obra de un presidente con todas las de la ley, Fernando Roig, de un gerente magnífico, José Manuel Llaneza, y de toda la gente que colabora en la tarea de haber convertido a un club de pueblo en un club de Primera en toda la extensión de la palabra. Si están ustedes de puente por Castellón o pasan por Villarreal cualquier día, parénse a conocer este club singular que se hace querer en cuanto le tratas. Honor y gloria al CF Villarreal, que mañana se enfrenta al Madrid e igual hasta le gana. Pero es lo de menos: aunque perdiera por 0-7, los Roig, Llaneza y compañía ya han ganado estima y admiración. Y eso valdrá siempre más que un resultado.