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Casillas a un lado, Ronaldo al otro

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A falta de otras prendas que espero le vayamos descubriendo más adelante, a Vanderlei Luxemburgo le podemos otorgar desde ya que es un tipo con buena estrella. Que el Madrid ganara por 0-3 en el Calderón, con lo que ocurrió allí, excede con mucho las peores referencias atléticas, tan abundantes en la historia, a la suerte del Madrid y a la desdicha del Atlético. Tres salidas, tres goles, limpios como tres soles. Y el resto del partido con la cancha volcada sobre la portería de Casillas, y el afanoso chaval al fondo de la cuesta, parando todo lo que el Niño Torres no echaba fuera, que también fue mucho. Leo Franco no tocó ni una.

En el Atlético lució Gronkjaer, buen fichaje, que ahora se estará preguntando cómo no ganaron el partido. Y lució el Niño en todo menos en el remate. Su fútbol, magnífico y afilado, se emborronó por la ansiedad de sus remates, en los que se le fue el partido a su equipo, dominador en todas las zonas, creador de un juego con el ritmo justo, ni muy lento ni muy rápido, llegador... Merecedor de la victoria, sin duda. Enfrente, el Madrid fue un grupo desarticulado, sin energía, colocación ni juego, pero con una pegada terrible. Ronaldo chutó dos veces y las dos fueron gol. Roberto Carlos subió en una jugada y acabó en el primer tanto...

El Madrid debe celebrar el resultado, pero no dejar que le confunda: necesita jugadores. Ya se ha hecho con un lujoso cuadro de técnicos. Pues ahora conviene que refuerce una plantilla vieja y débil, en la que la ausencia de Guti (esa posibilidad provocaba pesadillas a García Remón) lo desmorona todo. Claro que con tantos opinando y llamándose a la parte será difícil llegar a alguna conclusión, pero urge. Del mismo modo, el Atlético debe deplorar el resultado, pero tampoco dejar que le confunda: hizo un magnífico partido y debió ganarlo. Está en el camino. Sólo que en el Madrid juegan Casillas y Ronaldo, y contra eso poco se puede hacer.