Sobre el amor y los corazones

Sobre el amor y los corazones

Ay, el amor, los corazones, los cuchicuchis. De todas las reincidencias, una de las que más me llama la atención es la de los que se casan de nuevo, dos, cuatro, cinco veces, hasta nueve maridos tuvo Zsa Zsa Gabor, la actriz húngara que afirmaba que nunca había odiado tanto a un hombre como para devolverle los diamantes. No escarmentados por la mala experiencia (se supone que lo fue), los enamorados impenitentes buscan cualquier modo de repetir, poco importa que no hayan obtenido aún el divorcio, da igual que no haya sacerdote, ni alcalde, ni concejal, ni capitán de barco (si acaso Florentino), lo fundamental es vestirse de blanco (roto) y decirse "sí quiero" delante de un montón de testigos que no testificarán nunca.

Desde lejos parece absurdo, inconsciente,sobre todo imprudente, y desde dentro te descubres un buen día tatuado con el nombre de Margarita recorriéndote el pecho o haciendo pintadas en los puentes de la M-30 ("Mari Paz te quiero") porque no hay sentimiento íntimo más exhibicionista que el amor y puestos a celebrarlo qué mejor el Día de los Enamorados y el Chantilly, que es gelatina, limón, azúcar, maicena y huevos, la receta del amor mismo.