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El control de Bernie

Actualizado a

Si la FIA excluye hoy a BAR-Honda de la Fórmula 1, cambiaría la triste impresión que me causa el estamento que, teóricamente, dirige el deporte del automóvil en todo el mundo. Porque cuando Bernie Ecclestone aupó a Max Mosley hasta la presidencia de este organismo, lo hizo con el objetivo evidente de controlar cuanto tuviera que ver con el próspero negocio que le ha convertido en el hombre más rico de Gran Bretaña: las normas necesarias para estrangular a sus competidores, las sanciones para presionar a los equipos, el calendario más propicio a sus intereses... En fin, que cualquiera que tuviera la tentación de salirse del guión que él mismo escribe se vería de inmediato acorralado desde la oficialidad de la FIA.

Ahora parece que todo lo que se refiere a la presunta trampa en el coche de Button tiene un feo trasfondo que nada tiene ver con el deporte. Ecclestone ve peligrar su cortijo ante la amenaza de un certamen paralelo que algunos grandes fabricantes de automóviles quieren organizar para escapar de su dictadura; para anticiparse a los riesgos venideros, ya ha conseguido poner de su lado a una escudería del prestigio y la fama de Ferrari y ahora va a por el gigante Honda. Los japoneses se harán el harakiri si su honra queda mancillada por una exclusión por tramposos (aparte del evidente perjuicio económico), así que cederán seguro en lo que sea necesario para evitar esta situación. Lo más efectivo, renovar su adhesión al 'Pacto de la Concordia'.