Destrozos y vómitos históricos

Destrozos y vómitos históricos

Domingo 15 de mayo por la mañana. Aledaños de la plaza Catalunya de Barcelona. La caminata por la Ronda de Sant Pere, desde la calle Bruc hasta el Paseo de Gràcia, ofrece el siguiente recuento de daños colaterales: una cabina telefónica destrozada (critales rotos y auricular arrancado del cable), un rosario de vomitonas que señalan el via crucis que habrán protagonizado los portadores de esos hígados hasta llegar a su lecho, un río de papeles, envases de bebidas y despojos varios que ningún servicio de limpieza del ayuntamiento del Fòrum se ha molestado en retirar, un mapa de restos líquidos (orín, cava, vino, en su mayoría) que lleva desde la plaza hasta donde llegasen los ecos del festejo...

El Barça ganó la Liga, la número 17 de sus 106 años de vida, pero parece que es la primera. Los detritus que ha dejado en Barcelona, los cuatro detenidos por la policía y el puñado de heridos demuestran dos cosas. Cosa Uno: que los 16 títulos anteriores nunca existieron, o al menos eso creen muchos de los que perdieron la chaveta y algo más en medio de los vapores del alcohol y la embriaguez de la euforia. Cosa Dos: que habrá que pedir que ganen una Liga cada año o tarden veinte en repetir, a ver si así los barceloneses (los limpios, los serenos, los no barcelonistas y así) se libran de tanto desmán y tanta mugre.

Debe haber sido una celebración memorable. Sobre todo si se tiene en cuenta el calificativo de "histórico" que numerosos colegas de la radio, huérfanos de la mínima y necesaria perspectiva (y no siempre por falta de experiencia o veteranía), fueron aplicando a cualquier cosa que pasara durante el recorrido callejero del bus. Claro que era un día para la desmesura. Una Liga no se gana todos los días ni todos los años. Un millón de almas culés desatadas ayer lo confirman. Felicidades.