Ni derby ni honrilla: ¡árbitro, la hora!

Ni derby ni honrilla: ¡árbitro, la hora!

Empataron Madrid y Atlético, perdió el fútbol. El Bernabéu se había llenado al humo de una goleada que los madridistas presentían, una última satisfacción, el morbo de ver al eterno rival humillado, pobre consuelo para una temporada que se va sin título. Y goles de Ronaldo en su imposible persecución de Etoo. Todo eso se quedó en nada. Un partido benéfico, pero en beneficio propio. Precios de 140 euros y esfuerzo y calidad muy por debajo de eso. Y todos los reproches hay que cargarlos en la cuenta del Madrid. El Atlético tiene lo que tiene y para la temporada que ha hecho, su resultado ayer es brillante. Ha perdido casi todas sus salidas.

En el Atlético todas las miradas se van hacia el Niño Torres, cuya soledad es patética. La pretensión de respaldarle con Richard Núñez es extravagante. Cuesta hasta creer que sea uruguayo, porque ningún uruguayo puede jugar tan mal. Así que se tuvo que buscar el gol por sí mismo y muy al final del partido estuvo cerca de lograrlo en un jugadón, pero Casillas no le compró el amague y le paró la vaselina como si se la parara a un infantil. Y en el Madrid las miradas las atraía Ronaldo, en busca de goles. Hasta en tiro libre lo buscó. Pero era un Ronaldo demasiado afanoso. Se había tomado en serio el objetivo y Ronie, si no está relajado, no es él.

Y así se escapó el partido, entre la nada. Dejó la anécdota de la tarjeta de Beckham, que se escaquea así de la última jornada, y del cambio de Ronaldo, sin duda un oscuro e indescifrable castigo por alguno de esos oscuros e indescifrables pulsos entre las estrellas y sus entrenadores. Total, que ni derby ni honrilla. Acabamos todos pidiendo la hora porque el espectáculo no le hacía bien a nadie. Y para quienes habíamos visto horas antes, vía DSF, la final de la vieja y sagrada FA Cup entre Arsenal y Manchester, el contraste resultó hiriente. Por cierto, que allí jugaba Cristiano Ronaldo. Luxa lo quiere. Tráiganselo cuanto antes.