El delantero de la guerra preventiva...

El delantero de la guerra preventiva...

El gran año del Betis. El mejor año de su historia. Clasificado para la Champions, campeón de Copa. Y en el año del Centenario del Sevilla, que todo cuenta. La Plaza Nueva reventó anoche otra vez, después de un partido intensísimo, una final pura, de nervios, de intensidad, de resultado incierto, de dureza y fatiga, de emoción y lágrimas. No muy bien jugada por ninguno de los dos equipos, pero siempre con la impresión de que uno de ellos, el Betis, tenía más. Más clase en el ataque, más posibilidades para elaborar llegadas con peligro cuando se acercaba al área de Osasuna. Fue mejor en el área contraria y por eso ganó.

El hombre de la final fue Dani, un tipo curioso. Un delantero con instinto agresivo. Demasiado. Posiblemente se cansó desde niño de que los defensas le pegaran y decidió aplicar la doctrina de la guerra preventiva. Es un delantero que pega, finge y saca de las casillas a los defensas. Eso le ha costado enemigos y algunas lesiones muy graves. Pero bajo su estilo de camorrista y provocador late un delantero, y como tal se comportó en el balón que le envió, profundo y preciso, Varela: buen control con la derecha (el gol es hijo del control, dicen los clásicos) y perfecto remate cruzado con la izquierda. Golazo, gol de campeonato.

Luego, sí. Luego su vocación de incordiante le llevó a fingir una falta que no existió y eso dio lugar a una marimorena que por poco arruina la final. De resultas, en la siguiente jugada Pablo García se desahogó en la rodilla de Joaquín con las peores formas. (Me figuro que si viene al Madrid lo hará con sanción incluida, como Zidane en su día). Por momentos pareció que aquello iba a tener un desenlace desagradable, pero felizmente no fue así. Osasuna supo perder, en el campo y en las gradas, de forma ejemplar. Nunca había estado tan cerca de un título nacional. Este no lo ha conseguido, pero al menos ya sabe cuál es el camino.