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Ese sorteo que no nos lo cambie nadie

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Dicen en Argentina y en Italia que algo huele a podrido en Leipzig. A estas dos selecciones, que se cuentan entre el ramillete de aspirantes al Mundial (a cualquier Mundial), les han caído sendos grupos de aúpa. A Brasil y Alemania, también aspirantes, les han caído bicocas. Además van por cuadros distintos, de manera que no se pueden enfrentar entre sí hasta la final. A la incómoda sensación de que la organización ya aspiraba antes del sorteo a una final Brasil-Alemania, italianos y argentinos unen ahora la de que a ellos pretenden ponerles piedras en el camino. Piedras en forma de sendos grupos difíciles, con partidos a cara de perro.

Y eso ha hecho rebuscar en las imágenes de televisión, y pasadas una y otra vez, detenidas, escrutadas y comentadas, dejan puertas abiertas a la polémica. En la leyenda negra del Madrid está la introducción por parte de Saporta de un sistema de bolas calientes y frías en los sorteos de Copa de Europa de baloncesto. Y por una vez, la leyenda negra es verdad. Saporta tenía mano para eso y la utilizó, según he podido confirmar fehacientemente años después por numerosos testimonios. Esa aportación a la picaresca de los sorteos ha hecho fortuna en el tiempo y se ha repetido en diversos momentos, deportes y lugares. Y por ahí van las sospechas.

Claro, que será indemostrable. Hay, sí, toqueteo de bolas por parte de Matthäus, pero ¿qué demuestra eso? ¿Buscaba una bola fría o sólo removía porque sí, en lugar de sacar la primera que tocó? Pelé al dar una bola dice: "Holanda". Y fue Holanda. ¿Imprudente indiscreción? ¿O quizá sólo un chiste que ahora se vuelve en su contra? Hay material para la polémica, pero por ahora sólo eso: material para la polémica. Y Argentina e Italia, que ya han ganado la Copa del Mundo, saben que para hacerlo hay que quedar por encima de todos, no sólo de los fáciles. Así que dejémoslo como está. Y además, caramba, a nosotros nos conviene que no se toque.