La Copa puede con todo

La Copa puede con todo

La Copa es grande, es vibrante, diríase que el acabóse, capaz de convertir un partido horrible en lo más grande, en el summum de la emoción, impredecible. Tan pronto un equipo aparece como desaparece y un jugador pasa de levitar a convertirse en una estatua. Resultado final, el Madrid gana de paliza al Barcelona. ¿Cómo? Pues sí. Por obra y gracia de un cuarto, el último, cuyos diez minutos se convirtieron en veinticuatro para calvario del Barcelona y glorificación del Madrid. Yo no sé si los entrenadores tendrán mucho que ver con esto, pero es la segunda vez en menos de un año que Maljkovic le roba la cartera a Ivanovic. La primera fue en el último partido del playoff por el título, con Ivanovic en el Tau; ayer, en la Copa.

Supongo que algo tendrá que ver el hecho de que Maljkovic haya convertido este Madrid en el equipo que menos puntos encaja de la Liga. Si además de tener la mejor defensa consigue un montón de rebotes en el ataque, tiene mucho adelantado. Suele ser así en todos los encuentros, lo que sucede es que no siempre lo aprovecha. Ayer sí porque Rakocevic estuvo especialmente inspirado para culminar esos segundos ataques, en momentos clave además como fue ese último cuarto, sin que el rival diera señales de vida. Por cierto, Fisher volvió a jugar un ratito. Sólo un ratito para fortuna de su propio equipo. Cuando salió perdía de seis y cuando lo dejó perdía de once. Por supuesto, sigue sin anotar después de tres partidos.