La imprevista espantá de Florentino

La imprevista espantá de Florentino

No me lo esperaba, francamente, y no me gusta. Hace tiempo que veía a Florentino incapaz de remontar la situación y que le sentía a él mismo consciente de esa incapacidad. Pero esa espantada en un momento tan malo no añade ningún crédito a la institución ni le deja a él en buen lugar. Atrás queda, sí, un arranque espectacular de su ciclo, con fichajes deslumbrantes que devolvieron al Madrid a cumbres que no había pisado desde los tiempos de Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Luego no fue capaz de manejar el circo de seis pistas que él mismo construyó y todo se le fue viniendo abajo. Pero el final debería haber sido otro.

Porque no deja la casa en orden. Queda una plantilla sumida en una guerra de príncipes en la que los jugadores se han perdido el respeto unos a otros, cruzándose declaraciones como cuchillos. Queda una estructura técnica pobre, sin fraguar, con un Benito Floro recién llegado, López Caro sufriendo, Ramón Martínez en su viejo papel de visir de corte y Butragueño no se sabe de qué. Quedan unos galácticos pasados de fecha, con largos contratos por delante que habrá que resolver, y once fichajes en año y medio de los que sólo Cicinho, Sergio Ramos, Robinho... han cuajado o están en vías de ello. Y queda Etoo en el Barça.

Queda, sí, una ciudad deportiva mejor que la que había, y un nivel de ingresos que asegura un buen pasar en el futuro inmediato. Queda el recuerdo de ese ciclo fugaz, de esos goles de Ronaldo en Tokio, del gol de Zidane en Glasgow, de muchas tardes de lleno y buen fútbol en el Bernabéu, cada vez más lejanas. Algunos buenos viejos recuerdos, empañados por esta salida intempestiva, con aires de espantá taurina, una huida enmascarada de acto de autoinmolación. O quizá haya que verlo como un acto sensato: después de cesar a tanto presunto entrenador y a tanto presunto secretario técnico, ha decidido cesarse al auténtico. O sea, a sí mismo.