La teoría de los guisantes

La teoría de los guisantes

Mendel, el padre de la genética, experimentó con guisantes para llegar a las conclusiones básicas de la transmisión de determinados factores hereditarios. Y de padres a hijos no sólo trascienden rasgos físicos, que también, sino lo que el científico denominó genéricamente elementos. Pueden ser el color del pelo, la estatura o la forma de la nariz, pero también el carácter, la inteligencia o el talento. Y esto último, además de cierto parecido físico, es lo que Keke Rosberg parece haber regalado a su hijo Nico: una habilidad innata para ir deprisa con un coche de carreras. Lo demostró en Bahrain como ya lo había hecho antes en su camino desde el kárting a convertirse, primero, en probador de su escudería y después en la gran apuesta de futuro de Frank Williams.

Pero lo cierto es que los pilotos de Fórmula 1 no son tan parecidos a los guisantes... Hasta la fecha, los hijos de grandes campeones que han seguido la estela de su padre en las carreras no han tenido el éxito o la solidez de sus progenitores. Por ejemplo, los títulos de Damon Hill y Jacques Villeneuve parecen más fruto de unas circunstancias propicias que de la solvencia de sus propietarios, muy lejos del halo de leyenda que rodeó a sus padres Graham y Gilles. Lo de Nico Rosberg pinta bien por el momento, aunque es todavía pronto para saber hasta dónde llegará ese talento heredado del simpático Keke. Desde luego que buenos consejos no le faltarán y un nuevo rival para Fernando Alonso puede estar ya horneándose. Bienvenido sea, nadie nos asusta