Los dos saltaron a la fama en el Mundial Sub-17 de Finlandia 2003, pero mientras Cesc recibe ya el reconocimiento de Europa por su gran partido ante la Juventus, Adu aún no es titular indiscutible en el D. C. United, club que pertenece a una liga menos competitiva que las de este lado del charco. Cosas de educación futbolística, de entrenadores: desde aquel verano de 2003 en que le fichó para el Arsenal, Wenger ha ido suministrando el talento de un futbolista llamado a ser el sustituto del gran Vieira, y Cesc lo ha agradecido, porque madurar lentamente es lo mejor que le puede pasar a un centrocampista organizador. Lo de Adu, que con 12 años recibió una oferta millonaria del Inter y con 14 firmó un gran contrato con Nike, ha sido mucho más frenético. Y la precipitación se paga.

El D. C. United intenta apartarle de la tormenta mediática, su agente se empeña en colocarle en Europa y el seleccionador Bruce Arena le convierte en el jugador más joven en debutar con EE UU. Precipitado o no, es ese punto, el del debut internacional, el que ha vuelto a igualar a Cesc y Adu, que pueden llegar a un Mundial absoluto sólo tres años después de haber deslumbrado en un Sub-17. Eso sí, en Alemania puede ocurrir lo de Finlandia: que Cesc sea de los mejores y Adu, una explosión efímera.