Un joven de 73 años que huye de la sombra de Florentino

Un joven de 73 años que huye de la sombra de Florentino

Juan Miguel Villar Mir habla con solemnidad. Otorga a su plan para recuperar el Real Madrid una dimensión súper empresarial, con mapas de riesgo incluidos y medidas de organización corporativa del "tamaño de un libro". Se apresura a presumir de currículum, porque puede hacerlo, y nos recuerda que fue ministro, que es letrado, también ingeniero y ha salvado de la quiebra a un puñado de las que son ahora saneadas empresas. Y desemboca en una confesión esperada cuando nos confirma que a sus 73 años se siente joven para entregarse al Real Madrid. Salta al ruedo del Foro en solitario, manejando bien los números y con una gran firmeza en el discurso. Su mirada derrocha autoridad, estructura y régimen estricto. Y frunce el ceño cuando le meten el dedo en la llaga del supuesto respaldo de Florentino Pérez. Su posición es confusa, diríamos que respondió con un desmarque rápido: "Si Florentino me expresara su apoyo estaría orgulloso, pero toda mi vida he sido independiente".

Villar Mir vivió su minuto de gloria en la mesa del Foro cuando anunció entusiasmado que Cristiano Ronaldo vendrá al Madrid si él gana las elecciones. Otra cosa será que el Manchester United se avenga a negociar, suponemos. Pero al menos ya tiene el "sí" del jugador y con eso pasea el trofeo como un gran golpe electoralista. No hizo lo mismo cuando le echó el guante la audiencia en referencia a Ársene Wenger, cuya contratación se resistió a confirmar, aunque lo tuvo entre los dientes y ganas no le faltaron. Pero no dio el paso y alimentó la duda sobre quién llevará el 'poder único deportivo'.

El órdago de Villar Mir, sin embargo, se leyó en un mensaje de largo recorrido: "El club no es de los ex jugadores ni de los ex técnicos. Es de los socios". Y aquí volvió a remover la polvareda en torno a nombres como Camacho o Del Bosque, a los que acusó de ser desempleados por méritos propios. Con ese tono respetuoso que nunca le falta al candidato, destronó a dos de los últimos fetiches de la afición madridista. Eso sí, salvó la cabeza a Butragueño, para quien ya tiene destino en su organigrama del club. Villar Mir, en estado puro.