El Tour empieza en los Pirineos

El Tour empieza en los Pirineos

Ahora que se ha acabado el Mundial (y ya hasta casi sabemos lo que le dijo Materazzi a Zidane), ya podemos volver la mirada hacia el Tour, que hoy entra en los Pirineos. Este Tour dolido y diezmado por la Operación Puerto, que ha puesto a Eufemiano Fuentes en su sitio, se anima ante la vista de las cumbres. Al menos, para el gusto español. Este país se aficionó al ciclismo por Vicente Trueba, ganador del Gran Premio de la Montaña en la edición en que se instituyó, allá por el lejano 1933, y desde entonces nos ha seguido gustando lo mismo: la épica de las cuestas. Los Pirineos, los Alpes.

Aquí nos quejamos en general de la primera semana. Semana de etapas llanas, monótonas. Leblanc la defendía ayer en la bonita entrevista de Quique Iglesias. En el Tour tiene que haber oportunidades para todos, también para los sprinters. Es verdad. Y además nosotros ya tenemos uno, Óscar Freire, que ayer nos dio el segundo alegrón. Rara avis en este país, tanto que Trueba le llama, con buen tino, Van der Freire. Tres mundiales ha ganado, aspira al cuarto y se va haciendo un espacio en nuestro corazoncito. Pero rema río arriba, porque no es escalador, y le regateamos los elogios.

Ahora estamos ante las cuestas y eso sí que nos anima. Ponga la tele. El pelotón está depurado. ¿Por completo? Seguramente no, pero está en vías de eso. Faltaba España por tomarse en serio la lucha contra el doping y ya lo hace. Los tramposos están rodeados. Detectados, desprestigiados, expulsados, expuestos a una legislación que se va endureciendo. Las bravatas de Eufemiano Fuentes ("ni son todos los que están, ni están todos los que son") suenan a hueco. Ya no es nadie, no existe a estos efectos, ni volverá a existir. El ciclismo se va depurando. El Tour se empina. Podemos sentarnos felices ante la tele.