Si algo distingue al Tour del resto de las rondas y de otras competiciones deportivas es su seriedad. Lo fácil en estos momentos hubiera sido tapar el positivo de Floyd Landis. Muchos lo hacen. Podría haber sido lo mejor para la carrera y este maltratado deporte, pero la dirección no ha tenido miedo. Si se confirma el positivo en el contraanálisis el primer puesto pasará a manos de Óscar Pereiro, aunque no lo disfrutará igual, ya que no podrá vivir la experiencia de entrar de amarillo en París.

En mi último artículo ya comenté que no todos los corredores iban completamente limpios. Con eso hay que acabar. Una competición en la que algunos hacen trampas no se puede permitir. Los organismos deben luchar contra el dopaje. Y se debe empezar a combatir con asuntos como el de Landis, de gran envergadura. Hay que imitar la actitud decidida del Tour, porque no creo que esto perjudique más nuestra imagen. Al contrario, es positivo. Así se pueden ver las ganas que hay de demostrar la inocencia de mucha gente del ciclismo y la culpabilidad de otros. Este caso debe ser una forma de limpiar definitivamente nuestro deporte.