Nuestro atletismo da la talla

Nuestro atletismo da la talla

Las quince medallas de los últimos Europeos serán dificilísimas de igualar, inalcanzables las veinte que llegó a vaticinar Odriozola, pero no se puede negar que nuestros atletas están compitiendo a un nivel cuyo calificativo es más que alto en lo que se refiere a las carreras de mediofondo y fondo. Tres españoles en la final de 800, tres en la de 5.000, tres en la de obstáculos, tercero, cuarto y quinto en la de 1.500, segundo y tercero en la de 10.000... No hay país que se acerque, ni de lejos, a este balance. Son atletas, la mayoría de ellos, desconocidos para el gran público, sin grandes triunfos que les hayan proporcionado popularidad, atletas diríase de clase media, pero que en Europa se codean sin rubor con la clase alta.

Será porque la aristocracia esté a la baja en Europa, pero mérito de nuestro atletismo será haber mantenido el nivel, mientras en el continente ha descendido. Gracias a ello los rojos andan todos los días metidos en peleas. ¡Qué diferencia con nuestra natación! Pasaron sus Europeos sin pena ni gloria, a excepción de la sincronizada que con sus medallas siempre se cuenta como le sucede a la marcha en el atletismo. Aquí, por cada medio nadador que nos sale, hay una docena de atletas de nivel medio-alto. Y no será porque a la natación no se le ayude, que hasta de planes especiales goza. Pues ni con esas. En atletismo, en cambio, hasta echando de menos más medallas tenemos cada día motivos para sentarnos ante la televisión.