Aquella tarde en Goteborg...

Aquella tarde en Goteborg...

El escenario no traía buenos recuerdos a los madridistas. El estadio Ullevi de Goteborg había acogido 18 años antes una desdichada final de la Recopa ante el Aberdeen escocés, con prórroga y diluvio incluidos. Derrota por 2-1 y quinto subcampeonato seguido en aquel año gafado con el maestro Alfredo Di Stéfano en el banquillo. Pero Iker, iceman, no entiende de maleficios. Con sólo 19 añitos, saltó al campo en sustitución de Molina (¡si llega a saber el valenciano que días después iba a cometer ante los noruegos la pifia de su vida...!). Estábamos en la Tribuna de Prensa y nos mirábamos alucinados. "Pero si es un niño. Fíjate qué cara de crío". Carmen Colino, que ya hacía sus primeros pinitos como reportera infatigable, salió al cruce: "Al nene ni me lo toquéis. Va a ser el mejor". Pues sí.

Cierto que hizo un penalti ingenuo y que en dos salidas despejó de puños sin firmeza, pero se le veía tan sereno que todos concluimos que este niño prodigio de Móstoles iba a ser el portero de España durante largo tiempo. Y ahí sigue. Seis años después, recoge el brazalete de Raúl. No le pesará. Le hará volar todavía más. Éste siente la Roja de verdad. Iker se hubiera ido orgulloso de copas con el gran Diego Alatriste...