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No entiendo tanta algarabía

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Debe ser que a uno le pesan ya los recuerdos pero, viendo cómo festejaban jugadores y técnicos del Real Madrid el emparejamiento con el Bayern, me di cuenta de lo fácil que es olvidar la historia. Y la historia dice que los alemanes han sido verdugos del equipo blanco en momentos claves. Nos recuerda también que nunca han ganado a domicilio al Bayern. Incluso me vino a la mente la imagen de Magath, ahora técnico de los alemanes, cuando como jugador del Hamburgo mostraba una fiereza inusitada para comerse con patatas al Real Madrid. Algo de eso ha debido transmitir a sus hombres para que un grupo que naufraga en la Bundesliga haya sacado casta para terminar primero de grupo en la liguilla de la Champions, por delante del Inter.

Tampoco entendí en su día que Fabio Capello despreciara con suma ligereza ser primero de grupo. El factor campo para la vuelta puede resultar decisivo. Y sin ignorar que el bombo fue ayer generoso porque, tanta alegría nada más conocer el rival, era motivada no por que tocara el Bayern, sino por haber evitado al Chelsea de Mourinho. Eso pasa por haber sido segundo de grupo. Cuando se producen estos sorteos, yo me guío más por intuiciones y tradición que por comparaciones de plantillas. Y ahí, la cosa está muy nivelada entre los dos aspirantes. Cierto es que la última eliminatoria favoreció al Real Madrid, tan cierto como que a aquel equipo llamado galáctico le miraban con excesivo respeto. Incluso el bravucón Bayern de Múnich.