Lo que el Vaticano quiere es Selección

Lo que el Vaticano quiere es Selección

Ayer se conoció la noticia de que ElVaticano quiere tener un equipo de fútbol. El anuncio fue hecho por el cardenal Tarsicio Bertone, Secretario de Estado y conocido aficionado al fútbol. Sus intervenciones radiofónicas y escritos con relación al fútbol son célebres en Italia. Su anuncio se interpretó en principio de que se trataría de un equipo para el campeonato italiano. Pero ayer le aclaró a la UEFA que lo que desea es eso y algo más: competir también internacionalmente, del mismo modo que lo hacen otros países de territorio y población reducidos, como San Marino, Andorra o Liechtenstein.

Claro que El Vaticano es aún más pequeño, así que la propuesta irá acompañada, me cuenta Cerrutti, nuestro hombre en Italia, del intento de incorporar al equipo a los seminaristas o curas mejor dotados para el fútbol, sean de donde sean. Un equipo de la Iglesia, en pleno sentido, en el que la nacionalidad estaría determinada justamente por la pertenencia a la misma. Ya hay hasta seleccionador previsto, Giovanni Trapattoni, buen creyente, con una hermana religiosa. Trapattoni llevaba agua bendita al banquillo en el Mundial 2002, recuerdo. Y, por cierto, ha ganado muchísimos títulos.

Bien, ¿y por qué no? Desde que la memoria me alcanza, los seminarios han dado estrellas en todas partes, y no es broma. El gran logro del fútbol español, la Eurocopa de 1964, llegó por el milagroso gol de cabeza que a Yashin le hizo Marcelino, precisamente un ex seminarista. El Vaticano busca en el fútbol un medio para acercarse a la juventud, para reactivar los seminarios y para extender su mensaje evangélico. Ya tiene su propio equipo ciclista, Amore e Vita, símbolo del ciclismo de agua clara. No es muy competitivo, pero es un referente. Ahora se acerca al fútbol, la más importante de las cosas pequeñas.