Mi paisano Óscar Freire está en el mejor momento de su carrera deportiva. Ahora es más frío que nunca. Pocas veces he visto un ciclista tan inteligente con él. Con los años, cada vez aprende más. Y esa experiencia puede llevarle a ganar las carreras que se proponga, porque estoy convencido de que ésta va a ser su gran temporada. Vamos a ver al mejor Freire en este 2007. Para ello sólo hace falta que le respeten las lesiones. Ni siquiera el propio Óscar sabe hasta dónde podría llegar sin molestias. El año pasado, por ejemplo, ganó la Clásica de Hamburgo en agosto con mareos y problemas. Se ha acostumbrado a competir así. Ha estado seis meses inactivo y luego ha reaparecido ganando su primera carrera en Mallorca y venciendo en la Milán-San Remo.

Ayer ganó con una superioridad impresionante. En el sprint ha arrancado a 200 metros y ha soltado a todos de rueda. Para los tres siguientes ha habido foto-finish, pero Freire ha vencido sobrado. En el Poggio pude ya comprobar que era el más fuerte de todos los velocistas, porque le he visto muy atento a los movimientos de Paolo Bettini, por si había un corte en el descenso y el italiano se marchaba. Cada acción de Óscar iba orientada al triunfo. Su brújula apuntaba a Vía Roma. Y además lo hacía solo. Eso confirma mi teoría de que mi paisano es el ciclista más rentable del mundo, porque no le hace falta equipo para ganar. Petacchi o Boonen están arropadísimos en el Milram y el Quick Step, pero Freire se ha acostumbrado a buscarse la vida.