La Liga nos trae un drama en tres actos

Estoy persuadido de que el que se acueste hoy líder será el campeón. ¿Será el Madrid? El Madrid depende ahora de sí mismo, decimos, porque le basta con ganarlo todo. Pero eso no es depender exactamente de sí mismo, sino en parte también del juego y el acierto de los de enfrente, en este caso el Recreativo, equipo revelación del campeonato. El Recre barrió en el Bernabéu y es un equipo bien hecho, feliz por lo logrado, con el objetivo de la UEFA aún al alcance, aunque difícil, y sin nada que perder, porque no se le pide más de lo que ha hecho. Un enemigo difícil. Nada de vencido de antemano.

La fuerza del Madrid está en su energía mental, que le ha permitido una remontada extraordinaria. Pero no es lo mismo perseguir que ser perseguido y ya empiezan a verse cosas que hasta hace una semana no se veían. El acto de los coches (programado de antemano, es cierto, pero que ha caído mal ahora) la fiestecilla de Beckham, el debatillo de si Capello sí o Capello no, señales de euforia... ¿Caerá el Madrid en distracción? Si eso ocurre sus posibilidades se esfumarán. Ya vimos cómo un solo despiste le costó al Barça el partido (y dos puntos) ante el Betis. El fútbol es sobre todo cuestión de detalles.

El Barça llega afligido por eso al Manzanares, donde el alma atlética, atormentada de por sí, se divide. Pero tranquilos: saldrá a ganar y se alegrará si gana. Si pierde, eso sí, le consolará ver en apuros al vecino. Rijkaard pide un último esfuerzo. El equipo se le descompone, pero quizá aún sea capaz de sacar cuatro últimos compromisos. Compromisos que garantiza el Sevilla, ese depósito de fuerza, de juego y de moral. Hoy tiene el peligro del vaciado emocional y físico sufrido esta semana. Pero si gana, no habrá quien le pare. Y luego está el Valencia, que venció y aprieta a los de arriba. En fin, drama en tres actos.