Rodríguez Santiago en la final de Copa

Rodríguez Santiago en la final de Copa

Hace poco contaba aquí cómo se ha volatilizado Daudén Ibáñez, hace dos temporadas internacional 'top class' para nuestro arbitraje, descabalgado de esa tal dignidad de 'top class' tras negarse a firmar un escrito contra López Nieto, y posteriormente fumigado por un delito mayor: equivocarse gravemente a favor del Madrid. Fue con ocasión de la visita del Madrid al Manzanares. Anuló un gol legal al Atlético que hubiera sido el 2-0. Entonces le llegaron campanas de que le iban a bajar a Segunda. Ha dejado de arbitrar ya hace bastantes jornadas. No existe más. Desapareció sin dejar rastro.

Porque esto no consiste exactamente en no equivocarse, sino en tener cuidado en cómo te equivocas. Rodríguez Santiago, que hace menos de quince días homologó el gol marcado por Messi con la mano, tiene el premio de la final de Copa. Hay errores y errores, y se distinguen, a mi juicio, por la condición del beneficiado o el perjudicado. No hay las mismas consecuencias si te equivocas a favor del Barça que a favor del Madrid. Con el Madrid puede ser peligroso hasta acertar. Recuerdo a Tristante Oliva y su 'ushiro nage'. Le costó, como a Daudén, ser objeto de purga stalinista. Desapareció.

Sé que algunos pensarán que me pongo pesado con estas cosas, pero es que me parecen, sinceramente, escandalosas. Rodríguez Santiago ya fue el que pitó en Montjuïc y luego dio por válido un gol del Espanyol... contra el Madrid. No le pasó nada. Siguió siendo internacional. Ahora ha dado un gol ¡con la mano! que hubiera valido la Liga de no ser por el tanto milagroso de Tamudo. Bueno, pues diez días después, la final de Copa. Lo llamativo de esto es la cara que le echan. No sólo no les importa que se les note, sino que me parece que incluso les gusta que se note. Y cuanto más se note, mejor.