Otro puñetazo en pleno mentón

Otro puñetazo en pleno mentón

Vinokourov ha dado positivo, el Astaná se retira del Tour, con Kloden, Katcheskin y demás compañeros mártires. El segundo día de descanso se ha convertido en día trágico, en puñetazo en pleno mentón a los que queremos creer en el ciclismo. ¿Por qué queremos creer? Porque nos da la gana. Porque es un deporte de leyenda, que arrebata la imaginación, que emociona, que se disputa en plena naturaleza, que permite que las grandes estrellas actúen, aunque sea fugazmente, en cualquier rincón olvidado. Por el último pueblo, ese al que nunca iría Ronaldinho, pasa Contador haciendo de Contador.

Vinokourov, ese héroe. El mismo Vinokourov, que se cayó y se levantó, el que llegó como pudo a la segunda semana, el que ganó la contrarreloj, el que luego se hundió y después se recuperó, hasta lucir una gallarda galopada en los Pirineos. Adiós al héroe. Era un tramposo más, un gamba que no se da cuenta de que ya no cuela, de que su enorme valor simbólico cotiza ahora en números rojos, de que ha traicionado a su país, Kazajistán, y a su deporte. Se cambió la sangre en mitad de la carrera. Una práctica médica fea, desesperada, apta y buena para enfermos, pero aberrante para héroes deportivos.

Hoy los corredores afrontan la etapa reina de los Pirineos. No sé ustedes, pero yo voy a seguir creyendo. Porque me da la gana. Ya no estará Vinokourov, ni el resto del Astaná. ¿Van limpios los demás? Hasta que no me demuestren lo contrario yo voy a creer que sí, porque quiero. Pero sobre todo porque estoy seguro que si no hoy, ni mañana, ni dentro de tres años tampoco, sí va a llegar el día en que todos vayan limpios. Otro ciclismo no es posible, y el ciclismo es necesario. Los malos se irán, por las buenas o por las malas. Los disgustos pasarán. Sentémonos a ver el Aubisque seguros de un mañana mejor.