Ha vuelto la casta escaladora

La casta de los escaladores ha vuelto a cobrar protagonismo con Contador. Hoy por hoy, Contador es un escalador nato; mañana lo mismo será un ciclista completo tipo Armstrong o Indurain, pero ahora hay que encuadrarle en ese tipo de corredor cuyo único campo de batalla se encuentra allá donde la carretera se empine. Es entonces cuando desencadena su estrategia guerrillera, con ataques continuados y explosivos. Una y otra vez. Hasta que se queda solo o ya no puede más. Un tipo de corredor al que no le resultaba fácil ganar el Tour. Porque luego tenía que defenderse en las largas contrarreloj o porque carecía de equipo para evitar fugas peligrosas. Pero esta vez se ha roto la racha. El Tour ha sido para el mejor escalador.

El mejor escalador, sin duda. Echo cuentas y de las cinco etapas de montaña habidas, Contador fue quien menos tiempo empleó en ellas; mejor dicho, de las cuatro, porque en la primera de los Alpes, con la meta cerca de la cima del Grand Bornand, no hubo diferencias entre los corredores más destacados. Sí hubo en las siguientes, la alpina de Tignes y las tres pirenaicas. Pues todos perdieron tiempo con respecto a Contador. Zubeldia el que menos, 50 segundos, seguido de Leipheimer, 2:38 minutos. Ese sería el podio de la alta montaña, que no difiere mucho del de París. Después vendrían Evans, 2:38; Sastre, 3:30; Valverde, más de seis minutos; Pereiro, casi diez... Un triunfo el de Contador que es una esperanza para su casta.