Si hoy es miércoles, esto es Japón, pensarán los jugadores del Barça, lanzados a la gira por Asia. Como hacía el Madrid no hace mucho. Giras que sirven para difundir universalmente el nombre del club, para presumir de figuras en los telediarios del otro lado del mundo, para hacer relaciones comerciales provechosas también. Los jugadores se quejan, pero tienen razón a medias. Los jugadores quieren ganar muchísimo dinero, cantidades indecentes de dinero, pero son poco comprensivos con los ejecutivos de sus clubes, que se desviven para hacer acopio de esas cantidades fabulosas.

También se suele decir que las giras por Asia son una mala base para afrontar la temporada. Que a la larga se echará en falta una pretemporada firme y planificada desde el sosiego. Me parece que es una verdad a medias. El año en que el Manchester United lo ganó todo, incluida la Champions con aquellos dos goles ante el Bayern 'in extremis' en los últimos instantes del último de los setenta partidos que jugó, había hecho gira por Asia. Y le quedó remango para dos goles en aquella especie de minuto del siglo. No, unas cosas con otras, no estoy seguro de que estén tan mal las giras por Asia.

Ni tampoco quedarse en España, como hace ahora el Madrid, cuya presencia vivificará los dos grandes clásicos torneos de verano, el Teresa Herrera y el Carranza. Aquí también hay clientela. Aquí está la gente que pincha el 'pay per view', aquí están esos aficionados repartidos por toda España para los que ver a su equipo en directo es una emoción y un privilegio. Total, ¿qué? ¿Asia o España? Las dos supongo, alternando. No está mal dejarse caer por allá cada dos o tres años, quizá no más, para renovar cartel. Pero sin caer, por esnobismo, en el olvido de que la base está aquí y hay que cuidarla.