Los clubes de fútbol son ahora empresas sin raíces

Los clubes de fútbol son ahora empresas sin raíces

Esto, gran Escudero, es lo que han conseguido los que mandan en el fútbol moderno, que los clubes pierdan sus raíces hasta el punto de que, como en el Atlético de Madrid de esta temporada, ningún jugador de su primera plantilla haya nacido en su ciudad o en su provincia. Así es la nueva realidad, construida entre presidentes y consejeros delegados que ni se enteran de qué va esto ni quieren aprender, intermediarios que vuelven locos a los futbolistas y a todos los que pasan a su lado, secretarios técnicos que miran más allá de donde les llega la vista, entrenadores asustados que sólo piensan en el próximo partido y jugadores ansiosos de hacer caja.

Esto es lo que hay, un fútbol irrespetuoso con la historia de los clubes y con las costumbres que la forjaron, desconsiderado con los aficionados y alejado de la sociedad que les rodea. Es decir, los equipos de fútbol son empresas. Los clubes nacieron, como el Atlético hace más de cien años, para fomentar la actividad deportiva de sus socios y vincularlos a un proyecto con lazos afectivos. Ahora, los socios son espectadores de usar y tirar a los que se reclama cada quince días con anuncios atractivos pero vacíos. Quizás no haya más remedio que aceptarlo, pero a mí no me gusta, como no me gusta que el Atlético no tenga madrileños en sus filas.