El valor simbólico del número siete

El valor simbólico del número siete

Nadie coge el siete para el partido de Dinamarca. Puede verse como una tontería, o no. En su día, no lo quería coger nadie, hasta que Villa dio el paso y dijo que para él. Con eso asumía un compromiso importante, que hay que agradecerle: el de tapar el fantasma de Raúl, tanto más visible cuando menos lo fuera su número histórico en la Selección, ese siete con el que jugó tantos partidos. Villa lo cogió porque lo llevaba en el Valencia, porque su hija nació en un día siete y además porque sí. O sea, porque se sentía capaz, porque no temía la leyenda que ahora aparece de nuevo. Sólo que Villa ahora no está.

Y eso pasa: que el siete no lo coge nadie. ¿Y el hueco en el equipo? Eso es más importante y ahí resulta que también hay dudas. Será Iniesta, pensábamos todos. Iniesta detrás de Torres, a medio camino entre el buen orden de Xavi y la delantera. Pero ayer Luis probó con Luis García, ese buen delantero del Espanyol criado en tiempos aún de Del Bosque en la cantera del Madrid. ¿Será uno u otro? Eso es difícil de saber hoy, aunque a la vista del ensayo más vale apostar por Luis García haciendo de Villa (o de Raúl), con Iniesta como arma secreta para cuando el partido vaya avanzado. Así lo utiliza Luis.

Todo enredado por ese ambiente extraño que rodea a la Selección, que, ciertamente, ha ganado siete de sus últimos ocho partidos y empatado el otro, pero que pese a ello tiene a la afición desconfiada. ¿Por qué? Pues por estas pequeñas cosas, porque Raúl no va, Iniesta es suplente, Pernía está ahí, en Oviedo se entrenan a puerta cerrada y cuando se gana a Letonia, Luis monta un berrinche. Por falta de transparencia, de naturalidad, de sencillez. Ahora llega Hierro al rescate. ¿Será el hombre que recupere a Luis de su extravío? Ojalá. Mientras, seguimos sin siete, y que cada cual se encomiende a su santo.