Riesgos que no se deben contemplar

Riesgos que no se deben contemplar

La historia del Dakar ha sido tumultuosa a lo largo de tres décadas de competición en África. Moverse en territorios convulsos siempre es arriesgado, más aún cuando lo haces implicado en un evento deportivo que puede servir como amplificador para cualquier tipo de reivindicación. En todo este tiempo, los organizadores habían aprendido a capear temporales de lo más variados, desde amenazas terroristas a tragedias mortales, pasando por la explosión de minas o la necesidad de neutralizar etapas. Y los participantes en esta gran aventura también saben a lo que se exponen, así que no son de los que se amedrentan fácilmente. Por eso, estoy convencido de que algo muy grave se estaba tramando en Mauritania, suficiente para acongojar a este grupo de valientes.

Me parece acertada la decisión de suspender la prueba, por mucho que las consecuencias deportiva y económicas puedan resultar fatales para el Dakar. Incluso diría que quizá impredecibles para su continuidad. Pero hay riesgos que no se deben asumir. Si la ASO ha optado por tan traumática salida, es porque el peligro de atentado era una certeza que la lógica apuntaba que había que evitar. Yo, sinceramente, pensaba que esto no iba a ocurrir, que las advertencias del gobierno francés sólo pretendían presionar precisamente para garantizar la seguridad. Pero no, el asunto es más serio de lo que parecía y la suspensión es lo más razonable. Porque no quiero ni imaginar que la prueba hubiera seguido adelante y las amenazas se hubieran materializado. Habría sido terrible...