Sigo con el hacha de guerra enterrada, querido Roncero, y no meteré la mano en la herida pesada, aburrida, tediosa del tridente. Por cierto, ahora mismo solamente en España, Atlético, Barça y Villarreal pueden pelear por todos los títulos en juego. Amigo, hay que ser más humildes para el futuro. Parece mentira, que una persona que ha nacido en Carabanchel, barrio de pedigrí colchonero, no haya aprendido las virtudes curativas que tiene acudir al Calderón. Primero, las tascas tienen precios asequibles, y no los cinco tenedores que circundan el Bernabéu. Somos fieles a unos colores y estamos curados de espanto. El maravilloso ejemplo de nuestros llenazos en Segunda, es una firma de la casa, que nunca la vas a entender. Te has criado condicionado por las enseñanzas resultadistas de Clemente que te enseñó lo poco que sabes de fútbol en el Mundial de Estados Unidos y no te has bajado del carro, incluidas las alabanzas a Capello. En cambio, por el Manzanares seguiremos soñando con la magia de Agüero y el olfato de Forlán.

Nos encanta ganar al Real Madrid, ya que sabemos que de esta manera podremos ser los reyes de la capital al menos durante una semana. Somos agradecidos cuando nos brindan el espectáculo de este año, al borde del infarto en cada encuentro. Sabemos pontificar el fútbol de altura y daremos un merecido homenaje a Casillas. No seremos galácticos en el campo, pero goleamos en las gradas. Nunca podrás disfrutar de celebraciones como la de la bandera del Centenario que vistió de rojiblanco a la propia Cibeles. Es una pena Tomás, pero atlético se nace y es algo que nunca podrás asimilar. Sigue pensando en tus Champions y en esas historias para no dormir que te siguen permitiendo vivir. Yo me conformó con la fiesta que representa ir al Calderón con una afición soberana. ¡La mejor!