El ruin chantaje de la Euro

El ruin chantaje de la Euro

Los caballeros se distinguen por no hablar mal de los ausentes, por no desvelar el nombre de sus amantes o por no alardear de su fortuna. En el momento del cortejo, en el inicio, muchos parecen señores, pero es en las despedidas cuando de verdad se distingue al que lo es. Eso le ha pasado a Juan Soler, que no ha sabido lidiar, ni de lejos, el adiós precipitado de David Albelda, tampoco el de Cañizares o Angulo, pero el de la Pobla es especial: es valenciano y valencianista.

Pocos habrían criticado su marcha en verano, con un adiós pactado. Pero la manera de marginar a Albelda bajo el chantaje de que se puede perder la Eurocopa es de ser muy poco señor, de ser un tirano que, en lugar de agradecer los servicios, intenta perjudicar al máximo al que era el murciélado de su escudo. Pero Albelda no era su amigo, ni su chivato, y eso es lo que Soler castigó. Echo en falta el apoyo de la Federación, que debería velar por los intereses de un miembro básico de la Selección. Albelda se ha partido la cara en Irlanda, Dinamarca o Suecia y ahora alguien tendría que decirle a Soler que éstas no son maneras de tratar a un internacional, porque con España no se juega.