Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra

Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra

'Los Siete Magníficos' fue una célebre película del Oeste, cargada de méritos, entre ellos la banda original. De ella tomó prestado el nombre un periodista para bautizar a la delantera del Zaragoza como 'Los Cinco Magníficos'. Eran Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Hablo de la primera mitad de los sesenta. Años aún de delanteras de cinco, recitables, que sonaban como un verso solemne. Las buenas, buenas, como esta, eran una rara coincidencia en tiempo y lugar de cinco jugadores de características complementarias y egos aplacados, Capaces de compartir juego y gloria con los demás.

Una gran delantera no exigía que los cinco fueran estrellas uno por uno. En una gran delantera la estrella era justamente la mezcla, la complementariedad, la presencia de todo y la ausencia de nada. En ese equipo estaba el desborde de Canario a un lado y, al otro, el entonces sorprendente despliegue táctico de Lapetra, un once que buscaba y construía en el medio campo, y que de repente se quitaba el disfraz de cerebro para hacer otra vez de extremo. Estaba Marcelino como nueve percutidor y cabeceador, pero que también se manejaba con los pies, habilidoso, para combinar con los interiores.

Los interiores también eran distintos. Villa tenía un regate exquisito, merodeaba por la media punta, hacia cosas impensables. Santos iba y venía por el callejón de ocho, se replegaba más, aparecía con sacrificio, volvía a la media, construía. Uno por uno eran buenos, de categoría internacional todos ellos. Juntos fueron más todavía, porque entraron en la leyenda, llegaron a cuatro finales de Copa consecutivas, de las que ganaron dos. Se ha ido Santos, como se fue Lapetra. Pero quedan. Quedan en el recuerdo de esa delantera tan recitada, ejemplo de cooperación de talentos distintos. Cinco magníficos, sí.