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Conviene aceptar ya la realidad

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La pretendida recuperación del Zaragoza se quedó en nada. En una derrota en Pamplona que frena cualquier aspiración noble. Apenas dos ocasiones, la de Oliveira clarísima en un mano a mano, y un ritmo de juego casi de paseo. Todo demasiado fácil para un rival abrasado por las urgencias, que tenía que ganar por lo civil o por lo criminal. El equipo de Irureta jugó siempre falsamente protegido atrás, con un fútbol pastoso y previsible y una velocidad muy corta que imposibilitaba hasta el contragolpe. El Zaragoza no tuvo ninguna respuesta al gol del Osasuna en el alargue de la primera parte. Fue lo de siempre, pero sin el plus goleador que dan los tres fantásticos. Sergio García fue de lo más digno en una tarde aciaga, pero Diego Milito y Oliveira dijeron esta vez muy poco, todo un Everest para un Zaragoza al que la temporada le ha condenado a deambular en tierra de nadie.

Lo mejor, ya que ha quedado dicho muchas veces, es recolectar cuanto antes los 42 puntos que otorgan la permanencia en Primera División y ponerse a pensar rápidamente en una nueva refundación del equipo. El Real Zaragoza, salvo que Matuzalem lo remedie, cosa improbable este curso, no da más de sí, y conviene aceptarlo pronto para no hacer más insoportable la insatisfacción.