Calderón sospecha que a lo que no se llega antes no se llega nunca

Calderón sospecha que a lo que no se llega antes no se llega nunca

Calderón ha visto lo suficiente en sus fallidos asaltos a Kaká y Cristiano Ronaldo como para concluir que a lo que no se llega antes quizá no se llegue nunca. Y en esa dirección apunta ahora. Hay que peinar el planeta buscando el Messi por hacerse. Esa ruta la emprendieron hace mucho tiempo los mejores clubes holandeses, incapaces de competir en el mercado con los cinco grandes campeonatos europeos. Traen jugadores de aquí y de allá, abren escuelas en África, fundan equipos hermanos en zonas deprimidas y acaban capitalizándose con jóvenes talentos que les dan gloria en los primeros años y dinero cuando se ponen en el escaparate. Y los más regresan ya veteranos a un campeonato que, por falta de exigencia, alarga sus carreras. Probablemente por cada uno que sirve se pierden cien, y aún así salen las cuentas.

En ese modelo se mueve desde hace tiempo el Arsenal y, en menor medida, el Sevilla. Y en ese modelo se siente cómodo Miguel Ángel Portugal, que ha tenido que pasar muchos de sus años como técnico viviendo de su buen ojo. Y sabe que es arriesgado, porque resulta difícil adivinar hacia dónde romperá un futbolista adolescente, y más lejos de su país, su familia y su hábitat. Y entonces hay que encontrar el equilibrio, y pensar que el Opare de fuera, fichado con un sueldo de profesional (los agentes van siempre dos pasos por delante de los clubes en la caza del talento), puede cerrarle la puerta al Granero de aquí. Porque el Madrid siempre se sintió un club de cantera. Así lo quiso Bernabéu. Y de canteranos están bañadas sus nueve Copas de Europa. El plan Calderón suena bien, pero exige un espíritu extremadamente selectivo.