Después de cada derrota del Cádiz suelen aparecer declaraciones de distintos jugadores de la primera plantilla, mostrando el malestar por sus particulares circunstancias. Desde el comienzo de la temporada se está viviendo esta desagradable situación, que comenzó con Jonathan Sesma presionando para marcharse al Valladolid, mientras que la prudencia de Julián de la Cuesta lo dejó en Segunda. Esta forma de proceder dio pistas a los que, descontentos por no tener los minutos en el once titular que ellos consideran merecer, han comenzado a reivindicarse a través de los medios de comunicación, creando un ambiente enrarecido en todo lo que rodea a la entidad amarilla. Estas cuestiones deben abortarse dentro del vestuario.

La labor del cuerpo técnico y de los capitanes no termina en los partidos o en los entrenamientos. Para cumplir objetivos, el grupo debe ser homogéneo y si se han hecho terapias para cambiar la situación, estas no han surtido el efecto deseado, que en lugar de apaciguar las salidas de tono, el resultado ha sido todo lo contrario. Los futbolistas no firman un contrato con el condicionante de la titularidad. Dani y Gastón Casas, que comenzaron la Liga en el once inicial, han perdido ese privilegio, sobre todo tras la llegada de Natalio y Bangoura. La labor del técnico debe ser mantener el equilibrio y tener las ideas claras en lo que pretende transmitirles. El presidente debe poner el orden necesario en el colectivo, dando un golpe encima de la mesa diciendo '¡BASTA YA!'.