Sumas y restas en azulgrana

Sumas y restas en azulgrana

Felipe tiene uno de los quioscos más concurridos del popular barrio barcelonés del Poble Sec. A las faldas de la montaña de Montjuïc, este brasileño, afincado en Barcelona casi desde que Pelé era alevín, tiene reputación de culé ilustre en el barrio de Joan Manuel Serrat. Cuando las cosas iban bien, los azulgrana se acercan a celebrarlo con él y se tomaban una cerveza; cuando las cosas van mal, como viene siendo costumbre en los últimos tiempos, buscan el consuelo optimista de su colega.

Ayer, la sensación cerca del Paral.lel era que el Barça había jugado bien, debido al sacrificio de los futbolistas y a las ganas que habían puesto los gladiadores en el terreno de juego. Pero esta actitud abrió un debate: si los culés hubieran actuado así durante la temporada, ¿qué habría pasado? Posiblemente, con el grupo que formó Frank Rijkaard, si hubiera funcionado el código interno y el presidente hubiese tenido un comportamiento lógico, las celebraciones habrían comenzado en marzo. Pero Felipe, vivo, dejó ayer una reflexión: "Y si la grada animara con la misma fuerza, ¿sería el Camp Nou el estadio más temido?" Todo suma y todo resta.