Llegó la hora. El Málaga juega esta tarde el partido más importante de los últimos diez años. Así de claro. El anterior 'partido más importante de los últimos diez años' fue aquel Málaga-Terrassa que significó su ascenso a Segunda. Sin aquel encuentro, posiblemente no habría existido el Málaga-Albacete que supuso subir a Primera o el Málaga-Villarreal que valió ganar la inolvidable Intertoto o las siete magníficas temporadas consecutivas que los blanquiazules estuvieron en la máxima categoría del fútbol español.

Así de importante es el partido de hoy. Si el Málaga lo gana, pondrá las bases a otros años buenos en Primera, a luchar por elevados objetivos, a sobrevivir en una, esperemos, próspera etapa postconcursal. Pero el rival es el Tenerife. Uno de mis equipos favoritos y al que, desde estas líneas, le deseo de todo corazón que el año que viene luche por regresar a esa División de Honor de la que jamás debió salir. Ha puesto la primera piedra con el acertado fichaje como director deportivo del gran Santiago Llorente. El Málaga tiene hoy un rival de categoría y depende de sí mismo. Que se olvide de primas y de historias. Él y solo él puede ganarse el cielo y el infierno. Y el año que viene, que ascienda el Tenerife. Lo firmo ya.