Un reconocimiento a Luis Aragonés

Un reconocimiento a Luis Aragonés

En esta misma columna en la que he criticado en ocasiones a Luis Aragonés (por su mala puesta en escena, por sus digos y sus diegos, por sus connotaciones y sus claroscuros) quiero rendir hoy homenaje a su condición de autor de este gran equipo. Esto que hoy vemos es posible porque estos jugadores existen. Pero sobre todo es posible porque alguien se ha atrevido a reunir tanto talento, a despreocuparse de su falta de talla física, a valorar sobre todas las cosas el buen trato del balón, su posesión. A colocar el ingenio por encima del músculo. Ése ha sido Luis Aragonés. Y hacía falta valor para hacerlo.

Hacía falta valor, digo, porque el gran público, y buena parte de la crítica, desconfiaba de ese estilo. Aquí llegamos todavía con esa discusión, y aun tras el 4-1 ante Rusia fueron insistentes las voces recordando que los goles habían llegado al contraataque. El tiqui-taca impacienta al aficionado, a veces le aburre. Pero Luis, justamente él, que procede de una escuela clásica de contraataque (el Atlético siempre tuvo ese sello, que acentuó con Marcel Domingo) ha hecho lo más inteligente: un equipo adecuado a los mejores jugadores de España, esos bajitos tocones. Todos reunidos.

Y ha tenido el acierto de ver en un nacionalizado, Senna,el eje que no todo el mundo era capaz de ver. Y ha resistido la presión, más social incluso que mediática, para que trajera a Raúl. Y ha propiciado un ambiente feliz en el que todos se saben tratados con justicia: los titulares plenos, los que están en la antesala del primer equipo y los suplentes puros. Eso permite que el gran talento de los jugadores alcance su máxima expresión, como ocurrió en el segundo tiempo del viernes, que es como para colgarlo en el Museo del Prado. Por todo eso Luis merece reconocimiento pleno, más allá de sus salidas de pata de banco.