Silva, Villa y el deber de Villalonga

Silva, Villa y el deber de Villalonga

Soler encara su adiós. La cuenta atrás está en marcha. Puede (o sí) que no sea mañana ni pasado, pero el tic-tac suena irremisible. Y no hay cable azul o rojo que cortar para detener el proceso. Se larga acechado por el fracaso, arrugado en sus ilusiones y asfixiado por la economía. Ha perdido el bastón institucional, huido al ver zozobrar ése trasatlántico electoral que es el nuevo Mestalla. Juan Villalonga puede entrar ya -y ya significa ya- a gestionar el Valencia y elegirá un equipo de trabajo con algún superviviente, parece. Quizá también a un nuevo (o viejo...) presidente incluido.

E l futuro debe pivotar más entorno a los chicos que ayer fueron vitoreados en el balcón, que no a la legión que acompañaba cada tiro de cámara con calurosas corbatas puestas. A Villalonga se le presupone un plan preciso, un camino elegido. Le aconsejo que apueste por el deporte y devuelva a primera línea a la gente de fútbol. Si va a aportar su apellido y atraer fondos, mientras todo sigue igual de politizado, malo. Debe despejar las dudas sobre el futuro de la fabulosa dupla Villa-Silva. Este fútbol nuestro sólo vale la pena por el talento y la magia en el césped. La buena gestión es que los dos cracks no emigren: ese sí sería un buen fondo... de ilusión.