El fútbol español atraviesa su peor crisis económica desde 1992. Aquel año los clubes estaban tan endeudados que el Gobierno auspició el Plan de Saneamiento (o refinanciación de la deuda), a cambio de convertirse en Sociedades Anónimas. Pero ahora estas empresas, vamos a llamarlas 'balompédicas', a base de vivir por encima de sus posibilidades están mayoritariamente en quiebra. Muchas de ellas han tenido que acogerse a la Ley Concursal (o suspensión de pagos). Comprenderán por qué el Málaga no puede permitirse el lujo de fichar a un Cristiano Ronaldo de la vida. Esto obliga al equipo que preside Fernando Sanz a tirar de trabajo e ingenio para conseguir buenos futbolistas a coste cero. Con esta política ascendió a Primera División.

A los aficionados, generalmente, no les preocupa que sus equipos inviertan una millonada en fichajes y hasta les pone cachondos una inversión de miles de millones en, pongamos por caso, un balcánico de nombre impronunciable y apellido terminado en 'ic'. También les solía enfadar no ver en las pretemporadas caras nuevas. Cuando el equipo no funcionaba, entonces sus iras apuntaban hacia los 'malos gestores'. Está claro que el Málaga de hoy no puede hacer como el de la época de Fernando Puche: depositar en la LFP ocho millones de euros por Munitis o gastarse 12 en Contreras, Edgar, Rojas y Fernando Sanz. Los tiempos son otros. Trabajo, imaginación, buenos gestores y apostar por la cantera es la manera de sobrevivir en esta época de crisis.